Alísia, el dinero no es un problema

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¡Relájese, por favor! Voy, me relajo. ¡Respire profundamente! Respiro profundamente. Piso con paso firme y ¡zas! Estoy dentro. No hay para tanto. Me siento en un taburete giratorio y espero, entretenido con un poco de publicidad y tipos de interés bajos. Me miro en unas paredes pulidas, vaya que no, relucientes, que me devuelven una imagen que parece medio recrecida. ¡Aquí hay truco! A mi me da que no soy tan grande. Vuelvo a darme una vuelta en el taburete y no puedo evitar articular aquello de ¡Jacinto, tres cañas, una de bravas y 3.500 euros. Marchaaando! Al fondo me parece oír un popular oído cocina. Bueno, bien, la verdad es que mi encargo de tres cifras, después de la caña y las bravas, me obliga a sentarme en un sofá levitador que me sube a una nube que relaja. Relaaaaaja. Una compañera del tal Jacinto me habla de forma seductora y yo no puedo más que asentir y hacerle cuatro preguntas intrascendentes. Bueno, esto es lo que yo creía, pero mira por donde que una de ellas hizo sonreír a l’Ali$ia, que es como a mi me gusta recordar que se llamaba. Entonces me invitó a entrar en un gran butacón, sí, sí, entrar, pues me rodeaba a mí, y a ella, y a alguien más que tomaba notas. Y ahí dentro, bien tranquilos, acabamos de hacer lo tenía que hacerse y todos contentos. Fue entonces que ya me quedo claro que el dinero, aquello que estrictamente llamamos dinero, no es ningún problema.

El chotis del feo aka the ugly man’s Schottische

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My turn to dance with ugliest girl at the ball again. Pluck up courage and put on a brave face. When things are left half done, they need to be completed, changed around and have a cherry placed on top, always a morello. More hotels. We can hear the till ringing. Unbelievable. Begrudgingly we watched how the ugliest guys managed to get all the prettiest girls, Agustin Lara and someone called Sinatra. Bankcards slide easily across the slot at the point of sale terminal. Me, on the other hand, the Gran, who was born with a silver spoon in his mouth, am left with my tongue hanging out. Put it back in, you pleb.
As always, little can be touched, little can be changed, but everything has to look different, neat and functional. Sheesh, what a load of rubbish. We ask ourselves, why they don’t knock on our door before coming in, instead of going around looking for something they’ll have to change later? I’ve seen fat guys and thin guys use my talent, like walking arm-in-arm with a monument. I’d love to be ugly, so I could parade down the street with a sweet baby on my arm.
Here we find ourselves in a solid building which is pure Madrid, very Castillian brick. Time decided to brick in with a pavilion tacked over several floors. A big surprise and a frown, what do you expect from a client who walks in carrying their own supplies? That’s enough! I like to get things in order. Something else. I don’t whether it’s a good or bad thing, but for dining they intend to have a lounge with no sunlight, no air, nothing. They call it El Atemporal due to its lack of seasons, of fallen leaves, blooming flowers, warbling birds, and bawling taxi drivers. A cave, shelter from a non-existent war, with no wailing sirens, or thundering planes. And the famous expression goes “From Madrid to the heavens”. More floors there are sure to be. Go upstairs? No, that’s enough for today. I’m going to find myself a cosmetic surgeon. One who will change my angelic features. With my new face I’ll certainly be able to show off the sweetest babies on my arm and women will say I’m an Adonis when I dance a perfect Schottische with them tightly around a brick.
Although science is advancing at an incredible rate, inspiration comes from strolling around. And there it is, the Gate of Alcalá. You can’t miss it. There’s no getting rid of it, just like a traffic policeman stranded and useless on his stand. He keeps waving his arms. Fitful, phlegmatic. Touristy, picturesque, we draw near and the electronic buzz of a cash register can be heard again. What progress! Anyway, the council provides us with subterranean passageways. The car is king. Let it drive on. Great to arrive at the Retiro, a park in the centre! Very Madrid, very Sunday strollers. Well, picturesque, recently very varied and cosmopolitan.  Artists with a stuck-on smile. Over-photographed, overheated costumes. A little dusty in summer, dry soil, fine sand. Unlike when it rains – be careful of the mud.

El xotis del feo

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Vinga, una altra vegada toca ballar-la amb la més lletja. Hacer de tripas corazón, que diuen aquí i bona cara, fins hi tot millor cara, al mal tiempo. I quan estavem ja mig desfén hem d’acabar, donar-li una volta més i fer pujar l’enxaneta amenaçant-lo sense jugar i cap al llit. I vinga hotels, ja sentim la música comptable de la caixa registradora. Quina barbaridá! I veiem de mala gana com tots els feos conquistan las chicas más guapas, Agustín Lara y un tal Sinatra. El dirigidíssim passar de la tarjeta per la guia lectora del terminal bancari. En canvi jo, el Gran, vaig néixer un pollo pera, aquí en tinc la lengua de fuera. Trágala, tú, servilón. Una altra vegada poc es pot tocar, ben poc es pot canviar, però mira per on que tot ha de semblar diferent, i arregladet, i que funcioni. Chist, eso caca. Ens preguntem per què no truquen a la porta, la nostra porta, abans d’entrar, en comptes de ir por ahí a buscar lo que más tarde tendrán que cambiar. He vist gordos i flacos usar el meu talento, agafats del bracet d’un monumento. Ay, ja m’agradaria ser feo, per a lluir pel carrer una bona gachí.
I ens trobem amb un immoble ben castís, de totxo castellà, al que el temps ha volgut enganxar una barraqueta de pisos, que en diuen pabelloncito. Sorpresa majúscula, que el client ha d’entrar amb les caixes d’enciams ¡Ja está bé! M’agrada regular. I encara més. Per menjar, bé o malament, es pretén una sala sense Sol, sense aire, sin ná. Batejat com El Atemporal, que no hi ha ni estacions, ni li cauen les fulles ni canten el ocells ni sents els taxistes bordar. És un cau, un refugi sense guerra a la vista, sense udolar de sirenes ni reaccions aviadores. I mira que de Madrid, el cielo. Més plantes. N’hi ha, i tant, haylas. Pujar? No, per avui ja en tenim prou. Jo vaig a buscar un cirujano especialista en lo facial, que en canviï a mi este perfil que tengo tan angelical. Amb la nova cara llavors pla que podré lluir supergachís, i les dones diran que sóc un Adonis, quan els balli en un ladrillo aquest chotis.
Encara que la ciència avanci una barbaritat, un s’inspira tot passejant. I aquí està, la porta d’Alcalà, la miris o no. No hi ha Déu que la mogui, allà posada com un urbano a la glorieta, aïllat i sense funció. Agitant els braços. Antiespasmòdica, flemàtica. Turística, maca, i ja hi som a la vora i es torna a sentir el zumzeig de la màquina de sumar calerons. Quin progrés! Bé. L’Ayuntamiento ens fa passos subterranis, que al cotxe se la de respectar. Que camini. I que bé arribar al Retido, parc cèntric, molt madrilenyo, dominguero. Bo, maco, últimament d’humanitat molt variable, cosmopolita. Artistes que somriuen amb rictus. Disfresses caluroses, de fotogènia pesada. Menor. Una mica massa polseguera a l’estiu, terra seca, arenilla. Diferent quan plou, ojo barro.

El chotis del feo

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Y otra vez toca bailar con la más fea. Hacer de tripas corazón, buena cara, mejor, al mal tiempo. A medio deshacer hay que terminar, darle un giro y colocar la guinda, siempre guindilla. Venga hoteles, ya oímos el martillar de la máquina registradora. ¡Qué barbaridá! Y vemos de mala gana cómo todos los feos conquistan las chicas más guapas, Agustín Lara y un tal Sinatra. El suave deslizar de la tarjeta, perfectamente dirigida por la guía lectora del terminal bancario. En cambio yo, el Gran, que nací un pollo pera, aquí me tengo la lengua de fuera. Trágala, tú, servilón.
Una vez más poco se puede tocar, poco se puede cambiar, pero todo tiene que parecer distinto y arregladito y funcional. Chist, eso caca. Nos preguntamos porqué no llamarán a nuestra puerta antes de entrar, en vez de ir por ahí a buscar lo que más tarde tendrán que cambiar. He visto gordos y flacos usar mi talento, muy del bracete de un monumento. Ay yo quisiera ser feo, para lucir en la calle una buena gachí.
Y aquí nos encontramos con un buen inmueble bien castizo, muy de ladrillo castellano, al que el tiempo ha querido enladrillar un pabelloncito que es barraquita de varios pisos. Sorpresa mayúscula y fruncir de ceño, qué otra cosa se esperaría de entrar el cliente con los suministros. ¡Ya está bien! Me gusta regular. Y más. Para comer, ya sea bien o mal, se pretende un salón sin sol, sin aire, sin ná. De nombre, El Atemporal, por falto de estaciones, ni hojas caídas ni flores ni trinar de pajarillos ni berrear de taxistas. Cueva, refugio sin guerra, sin ulular de sirenas ni tronar aviador. Y eso que, de Madrid, el cielo. Mas plantas, haberlas, haylas. ¿Subir? No, por hoy fue suficiente. Yo voy a buscar un cirujano especialista en lo facial, que me cambie a mí este perfil que tengo tan angelical. Con mi nueva faz entonces sí podré lucir supergachís, y las mujeres dirán que soy un Adonis, cuando les baile en un ladrillo este chotis.
Aunque las ciencias avanzan una barbaridá, uno se inspira al pasear. Y ahí está, la puerta de Alcalá, la mires o no. No hay quien la mueva, ahí puesta como un urbano en glorieta, aislado y sin función. Sigue agitando los brazos. Espasmódica, flemática. Turístico, bonita, estamos cerca y se vuelve a oír el zumbido electrónico de la máquina de sumar parné. ¡Qué progreso! Bien. El ayuntamiento nos hace pasos subterráneos, al coche déjenmelo tranquilito. Que ande. Qué bien llegar al Retiro, parque céntrico! Muy madrileño, dominguero. Bueno, bonito, últimamente muy variado, cosmopolita. Artistas que sonríen con rictus. Disfraces calurosos, de fotogenia pesada. Menor. Un poco polvoriento en verano, tierra seca, arenilla. Distinto cuando llueve, ojo barro.