El chotis del feo

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Y otra vez toca bailar con la más fea. Hacer de tripas corazón, buena cara, mejor, al mal tiempo. A medio deshacer hay que terminar, darle un giro y colocar la guinda, siempre guindilla. Venga hoteles, ya oímos el martillar de la máquina registradora. ¡Qué barbaridá! Y vemos de mala gana cómo todos los feos conquistan las chicas más guapas, Agustín Lara y un tal Sinatra. El suave deslizar de la tarjeta, perfectamente dirigida por la guía lectora del terminal bancario. En cambio yo, el Gran, que nací un pollo pera, aquí me tengo la lengua de fuera. Trágala, tú, servilón.
Una vez más poco se puede tocar, poco se puede cambiar, pero todo tiene que parecer distinto y arregladito y funcional. Chist, eso caca. Nos preguntamos porqué no llamarán a nuestra puerta antes de entrar, en vez de ir por ahí a buscar lo que más tarde tendrán que cambiar. He visto gordos y flacos usar mi talento, muy del bracete de un monumento. Ay yo quisiera ser feo, para lucir en la calle una buena gachí.
Y aquí nos encontramos con un buen inmueble bien castizo, muy de ladrillo castellano, al que el tiempo ha querido enladrillar un pabelloncito que es barraquita de varios pisos. Sorpresa mayúscula y fruncir de ceño, qué otra cosa se esperaría de entrar el cliente con los suministros. ¡Ya está bien! Me gusta regular. Y más. Para comer, ya sea bien o mal, se pretende un salón sin sol, sin aire, sin ná. De nombre, El Atemporal, por falto de estaciones, ni hojas caídas ni flores ni trinar de pajarillos ni berrear de taxistas. Cueva, refugio sin guerra, sin ulular de sirenas ni tronar aviador. Y eso que, de Madrid, el cielo. Mas plantas, haberlas, haylas. ¿Subir? No, por hoy fue suficiente. Yo voy a buscar un cirujano especialista en lo facial, que me cambie a mí este perfil que tengo tan angelical. Con mi nueva faz entonces sí podré lucir supergachís, y las mujeres dirán que soy un Adonis, cuando les baile en un ladrillo este chotis.
Aunque las ciencias avanzan una barbaridá, uno se inspira al pasear. Y ahí está, la puerta de Alcalá, la mires o no. No hay quien la mueva, ahí puesta como un urbano en glorieta, aislado y sin función. Sigue agitando los brazos. Espasmódica, flemática. Turístico, bonita, estamos cerca y se vuelve a oír el zumbido electrónico de la máquina de sumar parné. ¡Qué progreso! Bien. El ayuntamiento nos hace pasos subterráneos, al coche déjenmelo tranquilito. Que ande. Qué bien llegar al Retiro, parque céntrico! Muy madrileño, dominguero. Bueno, bonito, últimamente muy variado, cosmopolita. Artistas que sonríen con rictus. Disfraces calurosos, de fotogenia pesada. Menor. Un poco polvoriento en verano, tierra seca, arenilla. Distinto cuando llueve, ojo barro.