¿Quién es la princesa ?

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¿Pero alguien sabe sí hay alguna persona bajo el nombre De la Princesa, calle de Barcelona? Pues sí, claro. S. A. R. Doña Isabel de Borbón y Borbón, Princesa de Asturias, heredera por dos veces pero sin llegar a reinar nunca. Sabedora de que un hola Reina es muy distinto a un ¿cómo estás princesa? se ratificó con insistencia en ese su estado principesco. Lo era, efectivamente, y muy popular, castiza de Madrid donde la moteaban como la chata. Pero volviendo a Barcelona, ciudad por cierto Condal, resulta que alguien, seguramente pellizcado de cierto republicanismo, decidió dar a la continuación de la calle de Fernando un bien genérico nombre, De la Princesa, evitando por sabia o extraña razón especificar a cual de ellas, tantas y tan mentadas, se hacía la graciosa referencia. Y es que no es mala forma de pasar de puntillas por encima de todos los embolados que la historia nos trae constantemente. Es una idea práctica, de gran potencialidad contemporizadora: calle del General, avenida del Supremo, bajada de la Prima. Y es que cuando hay que lidiar con muchas sensibilidades hay que saber encontrar el punto desde el que incomodar lo justo, fundamental, y a todos, ineludible, pero sin perder carácter. Es decir, que el café para todos generalmente sienta mal a los niños, archireconocidos amantes del Cola-Cao.
Y cuando la calle, De la Princesa, da al Parc de la Ciutadella, el piso Principal de un edificio de sobria solemnidad burguesa se afana a convertirse en Hotel. Una amplísima escalera de mármol nos conduce a la que fue lujosa residencia y que más tarde sufrió una remodelación sin contemplaciones para perpetrar una escuela que por su distribución debía de seguir una pedagogía arcaica. A pesar de ello, el estado actual aún muestra trazas de una decoración de cornisas, puertas labradas y techos pintados que sobrevivieron parcialmente a los rigores escolares. La estrategia para el nuevo cambio será otra, y está configurada por dos sensibilidades a considerar y una sensación a recuperar.
Una de ellas se refiere a los vecinos, personas no transitorias que ya residían en el inmueble y que todo indica que van a seguir haciéndolo, aunque ahora tendrán que compartirlo con gentes pasajeras, ociosas y con no pocas ansias de diversión. La otra ha de tener en cuenta a los celosos defensores de ese patrimonio de volutas, cornisas, amorcillos y demás ornamentos de mejores épocas. Agentes de una cierta autoridad edilicia, encargados de que no olvidemos una cierta interpretación de nuestra historia. Entre estos dos mundos se va a intentar recuperar la sensación de estar en un gran principal a pesar de la subdivisión que requiere el nuevo uso del inmueble.
La nueva unidad tomará el carácter ordenado de la distribución en aulas pero con el objetivo de crear pequeños paraísos que participen de la sensación de pertenecer a un gran espacio. Se utiliza un núcleo formalmente muy definido para la ducha-lavamanos-inodoro que se acomoda en cada habitación para distribuirla a la vez que marca su situación respecto a las otras habitaciones. El cerramiento de éstas se levanta siguiendo la lógica del nuevo uso pero conservando, que no siguiendo, las trazas de la distribución originaria y su decoración de escayolas y pinturas. Tiras de cornisas y paredes colgantes atraviesan las nuevas divisiones entrando y saliendo de las habitaciones, evocando su origen en estancias espacialmente más generosas. El tercio superior de las habitaciones está acabado con espejos que al encararse replican en algarabía esas volutas, marcos, cornisas y antiguas paredes ahora retazos colgantes. El truco busca despertar la sensación de que se está en un espacio mayor, un reducto de intimidad en una supuesta gran estancia que ahora se ve reducida a superestructura de un pasado.
La neutralidad del núcleo semiprefabricado y el informalismo de paredes y cortinas dejan subsistir esos ecos un tanto históricos que trae la ornamentación y el espejismo de la habitación señorial, todo ello para conseguir una nueva experiencia. Un poco la tontería de sentirte como una princesa antigua, aunque ésta nunca acabe de reinar.