Diálogo: Josep Bohigas vs. Xavier Claramunt


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EQUIP XAVIER CLARAMUNT

(Spain)

DIÁLOGO: JOSEP BOHIGAS VS. XAVIER CLARAMUNT

En su día, Bohigas y Claramunt fueron jóvenes promesas. Comparten la maestría de Enríc Miralles, de quien se ha dicho que fue el último gran arquitecto de una época. Coinciden en resaltar su impronta en las carreras de ambos. Comparten también años de amistad y de viajes cargados de disquisiciones sobre la arquitectura, tema inevitablemente recurrente en cada nueva visión de un edificio, una calle, un paisaje urbano -nos cuentan. Hoy, jóvenes todavía pero un poco más cerca de la madurez profesional -si es que ésta llega algún día cuando alguien trabaja en aquello que le apasiona- siguen buscando respuestas para gestionar algo tan abstracto como el espacio. Les une esa pasión y una formación paralela; les separa la tan diferente manera que tienen de entender la vida y el mundo y, por ende, su trabajo como arquitectos. Ninguno de los dos centra su trabajo en diseñar viviendas: el uno, Bohigas, porque entiende que dejar de construir también es arquitectura; el otro, Claramunt, porque tiene otros proyectos, como el Galactic Suite, un hotel en la Luna, nuestro satélite. Tienen talento para rato y, por suerte para nosotros, seguirán poniéndolo, de una manera u otra, al servicio de la comunidad.


FIRST ROUND
Arquitectura.
(Del lat. architectura).
1.  f. Arte de proyectar y construir edificios.
2.  f. Inform. Estructura lógica y física de los componentes de un computador.
~ civil.
1. f. Arte de construir edificios y monumentos públicos y particulares no religiosos.
~ hidráulica.
1. f. Arte de conducir y aprovechar las aguas, o de construir obras debajo de ellas.
~ militar.
1. f. Arte de fortificar.
~ naval.
1. f. Arte de construir embarcaciones.
 ~ religiosa.
1. f. Arte de construir templos, monasterios, sepulcros y otras obras de carácter religioso

¿Hacia dónde va la arquitectura, qué le depara el futuro?

Claramunt: No es fácil apuntar cuál es el futuro de esta disciplina un tanto pretenciosa que encarna el arquitecto. Está claro que mientras que el siglo XIX fue el siglo de la ingeniería y el XX lo fue de la arquitectura, en este siglo XXI, los arquitectos tenemos poco que decir en lo que se refiere a la función clásica de la arquitectura, es decir, la construcción. Ahora bien, gracias a nuestra formación, los arquitectos estamos muy bien entrenados para tener visiones globales estratégicas, porque tenemos una doble mirada humanística y mecánica. El problema es que aún hay muchos arquitectos que desconocen esa capacidad, porque siguen empeñados en trabajar como antes. Yo lo he descubierto al entrar en otros sectores ajenos a la arquitectura: ahí es donde uno se da cuenta de lo que sabe hacer bien en contraposición a los demás. Los arquitectos tenemos un potencial enorme fuera de nuestro sector, donde podemos aplicar nuestras genialidades y cualidades si antes aprendemos a transformarlas. Nuestra función siempre ha sido construir, hacer edificios, generar paisajes, pero en este momento, estas actividades son muy poco importantes para la vida cotidiana. No hacemos falta. En cambio, si a través de esas mismas visiones globales, fuésemos capaces de liderar otro sector, abriríamos el camino a las futuras generaciones de arquitectos que todavía hoy ciñen su trabajo a la construcción pura y dura.
Bohigas: El otro día, nuestro colega José Acebillo decía que los despachos de arquitectura están desapareciendo. Los ejemplos son múltiples: Richard Rogers, Norman Foster o Jean Nouvel han vendido o cerrado sus estudios. La crisis ha servido para acabar con el trabajo clásico de los arquitectos, que es la ejecución de obras: ahora, esos trabajos los han asumido las ingenierías, mientras que el papel del arquitecto se limita a la dirección de arte. Desde el momento en que asumimos esa realidad, la profesión queda trastocada. Es evidente que los arquitectos ya no construimos, y no sé qué es exactamente la arquitectura actualmente, pero sí sé lo que no es: y no es, por supuesto, levantar edificios. El arquitecto, como el político y como la sociedad en general, se ha de ir acostumbrando cada vez más a trabajar sobre lo que ya existe, por eso defiendo la rehabilitación frente a la construcción. Los arquitectos seremos cada vez más expertos en rehabilitar y menos en construir. Los procesos que nos llevaron a determinar nuestra función como arquitectos han dejado de ser válidos y han sido sustituidos por una nueva manera de visionar nuestro trabajo que no pasa exclusivamente por construir.
Claramunt: Estoy de acuerdo contigo al cien por cien, pero entonces, ¿qué hacemos? El sistema no se puede parar y se sigue construyendo. Ese discurso está muy bien, pero el problema fundamental de los arquitectos de hoy radica en la formación: los estudiantes tienen que aprender a extraer la formación técnico-humanística de su contexto para traspasarla a otros sectores, porque si no lo hacemos, la desaparición de los despachos de arquitectura será inevitable. De manera que, o aplicamos todo ese ingenio y esa capacidad de visión global a otros ámbitos, o no habrá manera de que los cuatro mil arquitectos que salen cada año de las escuelas de arquitectura puedan ganarse la vida.
Bohigas: Soy optimista. Es más, creo que no debería haber cuatro mil licenciados al año, sino muchos más. Lo que no puede ser es que sigamos enseñando en las universidades que la arquitectura consiste en construir edificios. Arquitectura quiere decir muchas otras cosas. Tenemos que ser proactivos y reinventar nuestra profesión. Para la mayoría de profesionales, la crisis simboliza la necesidad de desviar la mirada respecto a lo que originalmente nos enseñaron que debíamos hacer. Tenemos que replantearnos el qué, pero también el por qué: qué miramos, y por qué lo miramos. Sin ir más lejos, si queremos mejorar nuestras ciudades, necesitamos a muchos urbanistas y a muchos arquitectos que se dediquen a pensar. Lo que no podemos hacer de ninguna manera es imaginar nuestras ciudades bajo los mismos preceptos con los que nos las enseñaron. Y es evidente que eso sólo lo podemos conseguir si el trabajo de los arquitectos se renueva y se transforma con el objetivo de afrontar esos retos. La crisis financiera ha hecho entrar en crisis al arquitecto clásico, pero también nos ha dado la oportunidad de posicionarnos ante nuestro entorno, ha forzado una necesaria evolución de nuestra profesión, porque el encargo ha muerto. De modo que los arquitectos hemos dejado de ser reactivos: ya no esperamos el encargo; ahora, somos proactivos y, cada vez más a menudo, nos los inventamos.
Claramunt: Creo que las escuelas de arquitectura no han hecho esa evolución a la que te refieres. Los despachos de jóvenes arquitectos siguen centrando su trabajo en los concursos para construir bloques de viviendas. Y no negaré que haya gente muy válida y preparada, pero siguen concibiendo la profesión en una única dirección. La nuestra es una profesión endogámica donde ya no queda nada que hacer ni que decir. Como arquitectos puros, estamos acabados. Por eso apuesto por el arquitecto multimarca: el arquitecto-carpintero, el arquitecto-herrero, el arquitecto-político…
Bohigas: No es cierto que no haya nada que decir. Tenemos síntomas brutales que apuntan hacia nuevas direcciones. Una de las cosas más bonitas que han pasado en los últimos años es que han emergido muchos grupos de arquitectos que están revolucionando los preceptos clásicos de la arquitectura.
Claramunt: Sí, pero lo hacen desde dentro del propio sector, no salen de ahí. Ése es el error.
Bohigas: En cualquier caso, está pasando, aunque sea dentro del sector.
Claramunt: Si pasa, genial, pero yo no lo veo. Creo que, o nos introducimos dentro del magma social y empezamos a hacer muchas más cosas de las que pretendíamos, o no hay nada que hacer. Y los jóvenes no lo entienden. Todavía se les entrena con la idea de que lleguen a ser grandes figuras de la arquitectura.
Bohigas: No, eso no es verdad. Las cosas ya están cambiando y es lo más emocionante. Está claro que los jóvenes que ahora están estudiando son los que darán viabilidad a la nueva arquitectura.
Claramunt: No, y te explicaré por qué. Yo he sido un mimado, porque mi generación lo ha tenido todo, pero tengo algo bueno, y es que me he dado cuenta de ello. En cambio, las generaciones de ahora son incapaces de valorar lo que tienen.
Bohigas: Creo que es innegable que ya empiezan a darse pasos esperanzadores hacia una transformación radical de la arquitectura tradicional, que está claramente anquilosada y basada en retos socialmente poco determinantes. Y creo que, precisamente, los retos importantes están emergiendo de la mano de las nuevas generaciones, que saben que nuestro reto fundamental pasa por hacernos determinantes en otros ambientes profesionales manteniendo nuestra capacidad de transformación social, porque eso es, en última instancia, lo que nos interesa hacer.
Claramunt: Estamos de acuerdo, pero tú eres demasiado generoso con las nuevas generaciones. Lo que está claro es que, o nos reinventamos, o morimos. O realmente somos capaces de liderar ese cambio, o no hay nada que hacer, y no puedo ser tan optimista como tú, porque mi experiencia me dice que en nuestra profesión nos pasamos la vida haciendo pruebas, pero somos incapaces de traspasar nuestras propias barreras. El formato al que nos han acostumbrado es muy bienvenido en el sector y eso hace que la gente no forme parte de la vida real: falta emoción.
Bohigas: Lo mejor del colapso, del accidente, es el devenir del proceso, lo más interesante está detrás de la crisis, porque eso implica una transformación brutal de la sociedad. Así que creo que lo peor que nos puede pasar es que sigamos retrasando ese colapso, porque por el camino lo único que hacemos es colocar parches.
Claramunt: Pero ese discurso no se lo cree nadie. Los arquitectos tenemos una desconfianza tan grande en nosotros mismos, que no nos atrevemos a dar el salto. Siempre damos vueltas sobre los mismos temas. Somos un sector acomplejado. Lo genial es atreverse a entrar en otros procesos para cambiar las cosas en la dirección que nos emocione.


SECOND ROUND
Proyecto, ta.
(Del lal. proiectus).
1. adj. Geom. Representado en perspectiva.
2.  m. Planta y disposición que se forma para la realización de un tratado, o para la ejecución de algo de importancia.
3.  m. Designio o pensamiento de ejecutar algo.
4.  m. Conjunto de escritos, cálculos y dibujos que se hacen para dar idea de cómo ha de ser y lo que ha de costar una obra de arquitectura o de ingeniería.
5.  m. Primer esquema o plan de cualquier trabajo que se hace a veces como prueba antes de darle la forma definitiva.

¿Qué requisitos debe tener un proyecto para que os involucréis?

Bohigas: Para mí, lo más importante de un proyecto es el por qué y el para quién. Si no puedo responder esas dos preguntas, no hago el trabajo.
Claramunt: Para mí, lo definitivo es la acción directa que pueda ejercer con un proyecto. Me interesa, por ejemplo, entrar en el mundo del producto comercial, porque eso significa que voy a poder cambiar algo en la dirección que yo quiera. Es muy sencillo: si consigo elevar unos grados un producto determinado -desde una botella de cerveza a una joya- culturalmente, podré llegar a mucha gente. Y eso es lo que me interesa.
Bohigas: Eso es cinismo en estado puro, igual que llevar millonarios a la Luna.
Claramunt: Es fantástico.
Bohigas: A mí lo que me importa es por qué hago las cosas. Reinventar sin más no tiene ningún valor para mí. No puedo avanzar y mejorar si no tengo una respuesta directa sobre lo que hago y por qué lo hago. La máxima de revisar y reinventar no puede aplicarse de forma universal, sencillamente porque hay cosas que no debemos revisar.
Claramunt: Pero yo me refiero a explotar nuestras máximas habilidades. Cuando viajas a China, por ejemplo, e intentas venderte, lo primero que quieren saber es qué puedes ofrecer, cuál es tu diferencial, tu valor añadido respecto a los demás. Y lo cierto es que, si nos comparamos con el resto del mundo, lo único que tenemos es nuestro carácter latino y el sol. Así que necesariamente hemos de aprender a mover nuestras habilidades en la dirección que creamos.

Qué manera tan diferente de ver las cosas…
Bohigas:
En realidad, lo que nos une es el positivismo. Los dos estamos entrenados en cambiar y mejorar las cosas desde dentro, en revisar el proceso desde el propio proceso. Dicho eso, está claro que ese argumento puede separarse infinitamente, hasta el punto de defender que debemos aplicar todo el talento para influir en un producto comercial, sea cual sea, cosa que yo no comparto. En cualquier caso, ambos creemos que podemos mejorar lo existente.


THIRD ROUND
vivienda.
(Del lat. vivenda, t. f. de -dus, part. fut. pas. de vivere, vivir).
1.  f. Lugar cerrado y cubierto construido para ser habitado por personas.
2.  f. desús. Género de vida o modo de vivir.

¿Cuál es la responsabilidad genérica del arquitecto en el ámbito de la vivienda?

Claramunt: A mí me gustaría recuperar la chimenea, la galería, la azotea para tender, porque todo eso forma parte de nuestra identidad y se ha ido perdiendo con las nuevas construcciones. No me gustan las viviendas de ahora. Los arquitectos no podemos cambiar el modelo constructivo porque estamos fuera de la cadena: mandan los promotores, así que creo que la única manera de hacer viviendas en las que creamos y con las que nos sintamos cómodos, es siendo arquitectos y promotores a la vez. De esa manera, además, podríamos ofrecer pisos mucho más baratos. Hay proyectos viables que demuestran que podemos hacer pisos de 85 m; por 70.000 euros. ¿Por qué nadie lo hace? Porque nadie se atreve.
Bohigas: Sólo espero que no saques adelante ese proyecto, porque es fundamental que dejemos de construir bloques. Las políticas públicas de vivienda han de cambiar de estrategia. Sobre todo, con la cantidad de pisos vacíos que hay en todas las ciudades.
Claramunt: Te falta visión. Lo que yo propongo es construir vivienda asequible. ¿Cómo vamos a ocupar esos pisos vacíos con lo caro que está el metro cuadrado?
Bohigas: Hay muchas maneras. Nosotros, sin ir más lejos, hemos conseguido abrir un intenso debate sobre la vivienda social y la normativa de rehabilitación de vivienda. Eso es influir en las políticas públicas, eso es cambiar de estrategia. El IVA de las rehabilitaciones ha bajado considerablemente gracias a la presión que han ejercido diversos grupos y entidades a través de ferias y festivales donde hemos presentado nuestros proyectos, como Barraca Barcelona o APTM. La solución a los problemas de la vivienda no es hacer pisos más baratos, sino cambiar la normativa, cambiar la sensibilidad, a través de buenos ejemplos y de mucha presión.
Claramunt: Las leyes del mercado son las que son, y si nosotros construimos pisos más baratos, obligaremos al sector a bajar precios, porque la realidad es que nadie sabe por qué los pisos valen tanto dinero, nadie lo sabe.
Bohigas: No, puedes hacer que los precios de la vivienda bajen simplemente cambiando las estrategias. Y eso es lo que se ha de hacer. En cambio, tú lo que propones es quemar las naves.
Claramunt: Hay que utilizar el talento, y punto.
Bohigas: Lo siento, pero cada vez somos más. Es una revolución imparable.
Claramunt: Para conseguir el cambio, hay que hacer cosas, hay que demostrar lo que uno defiende haciéndolo, hay que comprometerse. Levantar bloques baratos es demostrar que el cambio es posible.
Bohigas: Te aseguro que si tú puedes plantearte ahora la posibilidad de diseñar y construir bloques baratos es porque durante años, unos cuantos nos hemos dedicado a demostrar que se pueden hacer. Eso sí, lo hicimos en una época en que la construcción tenía un sentido, pero lo que propones tú no va con el signo de los tiempos, el signo de los tiempos va en otra dirección.
Claramunt: Yo lo intentaré, pero lo intentaré demostrándolo, como siempre. Si me quejo del sector, entro en él, si quiero ir a la Luna, voy. Son dos maneras de funcionar. Y la mía es hacer. Porque estoy cansado de la gente que se limita a pensar, pero no hace nada.
Bohigas: Pero si tú no has construido un bloque en tu vida: diseñando rascacielos en China y chalés para millonarios no se soluciona el problema de la vivienda. Tú te limitas a especular, nosotros, como sabemos que ya nadie nos encargará bloques porque no tiene sentido hacer más, buscamos alternativas, hacemos propuestas, proyectos, entramos en asociaciones, en las escuelas, trabajamos de la manera más cercana posible.
Claramunt: La diferencia es que yo intentaré construir ese bloque. El arquitecto tradicional no tiene ningún futuro y por lo tanto sólo podrá trabajar en la dirección que quiera si entra a formar parte de la cadena de valor. Me cuesta más convencer a un promotor que a un banco. Por tanto, me hago promotor y aglutino en una sola persona a todos los intermediarios de una obra.
Bohigas: Hace unos años, yo también creía que había que aprovechar la vorágine constructiva para construir mejor. Ahora ya no pienso igual. Ahora pienso que lo que hemos de hacer es reciclar, volver a lo que tenemos, darle la vuelta y, sobre todo, cambiar a los políticos que tenemos. Y creo que si no somos capaces de ver esta diferencia, no podremos interpretar lo que ha pasado. No podemos responder a esta crisis construyendo más edificios, la respuesta pide un cambio de paradigma, de sensibilidad. El gran problema de la vivienda lo tienen los que no pueden acceder a ella. Y eso sólo se resuelve con edificios gratis, regalados, no ya de protección oficial, sino directamente gratis. Yo detecto un problema y tú detectas un negocio. Y mi problema tiene que ver con lo público. Podemos jugar a lo que juega todo el mundo, que es a hacer negocio, pero lo más importante es esta conciencia pública, porque los problemas son los que son.

Somos todos amigos, ¿verdad?
B. y C:
Por supuesto. Siempre discutimos.


FOURTH ROUND
oficina.
(Del lat. officina).
1. f. Local donde se hace, se ordena o trabaja algo.
2. f. Departamento donde trabajan los empleados públicos o particulares.
3. f. Laboratorio de farmacia.
4. f. Parte o lugar donde se fragua y dispone algo no material.
5. f. pl. Piezas bajas de las casas, como las bóvedas y los sótanos, que servían para ciertos menesteres domésticos.

¿Cómo diseñaríais un espacio de trabajo?

Bohigas: No es un ámbito en el que suela trabajar. Estoy muy distanciado del mundo de la mampara, en el que trabaja el 90% de los oficinistas de este planeta. No niego que pueda tener muchas virtudes, pero reconozco que estoy tan alejado de ese modelo, que no se me ocurriría utilizarlo. Cuando hemos abordado el diseño de una oficina, nuestro trabajo siempre se ha dirigido más a averiguar cómo ocupar y aprovechar el espacio, que en individualizarlo, porque en todas las ocasiones se trataba de dar un nuevo uso a un espacio antiguo. Y, al final, ese proceso no tiene ninguna diferencia con el resto de proyectos que hacemos: se trata de mirar y sacar el máximo partido a aquello que ves.
Más allá de las características técnicas recogidas por las teorías que nos ha dado la mejor arquitectura de oficinas de Chicago y Nueva York, no puedo aportar mucho más al ámbito sistematizado de la oficina. En cualquier caso, trabajo el diseño de un espacio de trabajo del mismo modo que trabajaría el diseño de un teatro o de una vivienda, partiendo siempre de una combinatoria de tres elementos: el programa, el lugar y el bagaje profesional que uno arrastra. Si me permites, añadiría que la mampara es un elemento que utilizaría más en una vivienda, donde la intimidad se hace más necesaria. Además, en el caso de los espacios industriales diáfanos, prima la relación con el exterior y con el vecino. Y están tan vividos y tienen tanta historia, que el lugar se jerarquiza por sí mismo, es como un gran rincón.
Claramunt: Yo sí creo en la mampara en los espacios de trabajo. En realidad, creo que uno de los errores más comunes que cometemos los arquitectos es que nos olvidamos del individuo, olvidamos la escala humana. Nos da pereza tener en cuenta los aspectos más íntimos y cercanos al individuo. Los espacios de trabajo diáfanos, sin paredes, son una porquería, porque al fin y al cabo, la gente necesita su espacio para disponer sus cosas y para gozar de cierta intimidad. El trabajador necesita su terreno, porque el rincón de la persona que se pasa ocho horas trabajando existe. Si los arquitectos no lo resolvemos bien es porque no nos aproximamos correctamente a las necesidades humanas, y las buenas relaciones con el espacio de trabajo son necesarias.


FIFTH ROUND
ocio.
(Del lat otium).
1. m. Cesación del trabajo, inacción o total omisión de la actividad.
2. m. Tiempo libre de una persona.
3. m. Diversión u ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio, porque estas se toman regularmente por descanso de otras tareas.
4. m. pl. Obras de ingenio que alguien forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones.

¿Cómo diseñaríais un espacio dedicado al ocio?

Bohigas: Del mismo modo que hacer arquitectura no equivale ya a hacer edificios, el urbanismo no consiste en diseñar ciudades, sino en poner a prueba la ciudad que ya existe. El urbanismo del futuro es aquel que puede alterar el estado de las cosas, aquel que tiene la capacidad de generar espacios efímeros El ocio urbano es, por definición, un ocio no permanente y espontáneo que ha de permitir a la gente sentirse cómoda en su ciudad y elegir qué tipo de diversión quiere. Hemos de ser capaces de poner a prueba un determinado espacio urbanístico, sea cual sea, de una manera lúdica. Me interesa el ocio urbano planteado como un laboratorio de pruebas y que tenga siempre ese doble componente de espacio experimental y espacio de recreo.
Claramunt: Creo que en un futuro no demasiado lejano, nuestra sociedad cada vez dedicará menos horas del día al trabajo productivo y más al ocio. Por eso es urgente que empecemos a pensar cómo preparar los lugares de recreo, ya que si no, no sabremos qué hacer con nuestro tiempo libre. Hay, pues, que empezar a trabajar esos nuevos espacios y sensibilidades. Cómo aprender a gestionar nuestro tiempo libre no es un reto menor, porque es evidente que actualmente la gente tiene dificultades para hacerlo: se ha perdido el arte de la conversación, en los lugares públicos se opta por poner la música muy alta y evitar así que la gente pueda charlar. La gente no camina, no ve cine, no sale de excursión, no se comunica. Eso es lo peor de todo.

Cerramos este encuentro charlando y tomando unos mojitos en un rincón cargado de historia en la ciudad de Barcelona. Así, disfrutando de su tiempo de recreo, despedimos a estos dos arquitectos amigos que durante el diálogo nos han hecho pensar y nos han provocado sonoras carcajadas en más de una ocasión.