Diez años sin Enric Miralles


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El País ‘Del Tirador a la Ciudad’
GALACTIC SUITE
(Spain)

DIEZ AÑOS SIN ENRIC MIRALLES

Mañana se cumplen diez años de la muerte del arquitecto español con más genio de las últimas décadas. Enric Miralles trabajó asociado a Carme Pinós y, posteriormente, a Benedetta Tagliabue. Pero su legado está vivo en el trabajo de muchos otros arquitectos. Algunos nos lo explican. Le rendimos homenaje con obras de otros que sin él serían distintas.

“El proceso es más rico que el resultado final. Todo punto final, toda llegada, es únicamente el momento en que se decide detener el proceso para poder darle un nombre y vestirlo de un traje mínimamente inteligible. Pero lo más importante es el camino, el proceso, la dinámica de mirar, hacer y revisar constantemente en un constante reinventarse que ahuyente los lugares comunes y nos de las respuestas que necesitamos en cada momento. El proceso es mucho más rico, pero también más complejo y hasta confuso, pero creer en el camino siempre te acaba llevando a lugares sorprendentes que no podías imaginar al iniciar el recorrido, y esta es la única manera de dar una respuesta adecuada a una pregunta verdaderamente nueva, jamás antes pronunciada.
Toda esta manera de hacer que aprendimos de Enric está en el origen de que un grupo de arquitectos -mirando a su alrededor, proponiendo lo que creían que la gente quería y revisando todo aquello que se iban encontrando- haya acabado promoviendo un proyecto tan aparentemente alejado de la disciplina como un hotel en el espacio: Galactic Suite”.
Xavier Claramunt. Equip


“Sembrar es una cosa complicada. Quien sabe hacerlo es consciente de que uno nunca puede adivinar si recogerá o no. Y tiene que hacerlo conociendo esa incertidumbre. Y asumiéndola. Yo siempre le decía a Enric que lo mejor que tenía es que era un inventor. Él inventaba para los demás. Tenía una genialidad que resultaba comprensible por eso la gente podía hacer suyas esas soluciones”.
Benedetta Tagliabue

“Hay saberes que no pueden ser simplemente enseñados sino que han de ser transmitidos. La arquitectura es uno de ellos. Enric Miralles, paralelamente a su capacidad como creador, era un Maestro de la arquitectura, en el sentido más amplio y generoso de la palabra, alguien capaz de dibujar en la imaginación de los jóvenes que tuvimos la suerte de estar a su alrededor la ilusión de unos caminos que no arrancaban ni acababan en él y que con el tiempo cada uno tendríamos que ir construyendo. Sabíamos que tendríamos que andar solos, pero su prematura muerte nos hizo sentir huérfanos y desamparados. No estábamos preparados para tomar semejante relevo.
Sin embargo, pasado el primer dolor y asimilada la ausencia de un hombre físicamente tan rotundo y de personalidad tan espacial, te das cuenta de que las líneas de Enric y el recuerdo de sus palabras conservan su presencia y su vigencia. Son líneas llenas de pistas –como las migas de Pulgarcito-,  con palabras inteligentes en cada curva que de repente aparecen como si hubiesen sido escritas con una tinta invisible que se activa a medida que el tiempo va cambiando nuestros ojos. Enric hizo su camino demasiado rápido, pero fue tan largo, tan profundo y dejó escondidas tantas cosas maravillosas que al re-andarlo con los propios pies sientes que él te sigue acompañando, apareciendo y desapareciendo, como un gran duende inteligentísimo y juguetón.
A Enric le faltó tiempo para hacer, pero dijo muchísimo. Como si intuyese que su vida iba a ser corta, necesito dejar muchos bocetos de sus ideas, de sus sueños, de sus visiones. Apuntes de lo que él no tendría tiempo de desarrollar pero necesitaba comunicar. Cosas que no entendíamos porque era demasiado pronto y que el tiempo va llenando de sentido.
Fue un maestro generoso. Para aprender parecía que no tenías más que mirar, pero el genio no es sólo cuestión de trabajo y de voluntad, es algo raro y huidizo. Si alguien que yo haya conocido lo tenía era él. Los que crecimos a su alrededor nos sentimos como pequeños fragmentos de un mosaico del que solo él tenía la imagen completa.
Sería un enorme privilegio el haber podido interiorizar una mínima parte de la vitalidad de aquel titán del presente y de la materia arquitectónica –que es la materia de los sueños- que era Enric Miralles. Gracias”.
Victoria Garriga, de AV62

“Enric nos enseño muchas cosas, algunas de ellas todavía no las entiendo… Como las lecciones de los maestros, sus frases o comentarios siguen sonando por ahí, mientras dibujamos.
“Lo único que hace el arquitecto son dibujos”.
Enric nos enseño a “dibujar”. No solo a usar el lápiz, el compás y las reglas.
El dibujo como proceso del proyecto, el camino para descubrir, asombrarte, imaginar.
No dibujas edificios, dibujas intenciones, intuiciones y alguna vez ideas, que van dando forma a los proyectos. Dibujar no es solo dibujar, es cortar, buscar, pegar, mezclar, amontonar, gritar, mirar…
Así, la ilusión de empezar un proyecto renace cada vez. Nunca aprendes nada.
Gracias, Enric”
Joan Callis/Pía Worthan

“Recordamos un día entrando a clase de proyectos de Enric… veníamos de hacer un examen de la asignatura de historia de Quetglas y llevábamos entre nuestros dibujos el libro de Kenneth Frampton Historia crítica de la Arquitectura Moderna. Enric nos cogió de golpe el libro y abriéndolo al azar empezó a preguntarnos…“A ver, ¿en qué año se construyó la fábrica AEG?… ¿Y la Casa del Fascio de Terragni?… ¿Dónde está la Ville Savoye?”… Nosotros, atemorizados -ya intuíamos que el examen de Quetglas no nos había ido demasiado bien-, le contestamos que no sabíamos nada de lo que nos estaba preguntando… Entonces Enric nos dijo… “Pues si es así, ¿dibujadme la planta de la Ville Stein?”… Le contestamos que tampoco la sabíamos dibujar… y Enric nos aclaró: “Los arquitectos aprendemos la historia dibujando, calcando con un papel vegetal todas las plantas y las todas las fotos de los libros. Es así como se aprende de verdad la historia…”
Esa fue otra lección de Enric. Aprendimos que el dibujo se tenía que convertir en un instrumento fundamental para estudiar historia y para proyectar.
El nudo de la fachada del proyecto del Ayuntamiento de Manresa es una unión que se dibujó durante más de un año. Intentábamos en cada dibujo encontrar la manera de hacer un nudo que fuera fácil de ejecutar, barato y sin tecnología… Después de muchos intentos descubrimos “el nudo de payes”. Se trata de un nudo en el que cada barra acaba en una flecha que es exactamente igual a las del resto de barras. Se fija un punto en el espacio donde deba construirse uno de los nudos. Se hacen coincidir las puntas de las flechas en ese punto y, a continuación, se rigidiza el nudo soldando unas pletinas en el espacio libre entre flechas. Este es un nudo sin precisión ni tecnología. Cada nudo es único y diferente a todos los demás. La elección del punto en el espacio da a cada nudo una forma específica y permite, prácticamente, decidir la forma y posición del nudo al propio herrero durante su ejecución. Es un sistema… Es otra lección de Enric”.
Manuel Bailo y Rosa Rull

“La plaza y los vestíbulos de nuestro edificio de viviendas en Terrassa, como el Teatro Olímpico de Vicenza de Palladio, intenta producir una serie de encuentros y relaciones sociales, reproducir una escena pública. Al igual que aquel teatro, los vestíbulos y calles generan sucesiones de esquinas, a través de las cuales aparecerán y desaparecerán de escena, sorpresivamente, los habitantes de ese lugar. Palladio, al tener que representar la escena pública, la ciudad en el teatro, dibujó muchas esquinas, que son la esencia de la ciudad, en las que alguien gira y se topa con otro vecino, lo saluda un momento y se va. Este ejemplo nos sirvió para intentar que algo así suceda en nuestro proyecto. Los vecinos se encontrarán al entrar o salir de casa, deberán entonces saludarse, forzarse a entrar en la escena urbana, un ejercicio de civismo, antes de entrar en la ciudad.
Utilizar la historia sin distancia, con inmediatez desde la comprensión de que los problemas son los mismos a pesar del paso del tiempo, es una lección que hemos aprendido de Enric”.
Eva Prats y Ricardo Flores