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Identidad de Marca

Una piel de hormigón que prepara al cliente para el entorno, una valla publicitaria que absorbe hacia el interior y unos contenedores que aguantan la ropa expuesta flotando. Los grafismos y topografía expresan una fuerte identidad de marca.
Para la reforma de este local comercial en Reus, se ha buscado la mínima intervención posible con el mayor resultado. Inicialmente, el local estaba formado por una planta baja, dedicada a exposición, y una primera planta para almacén. Tras extraer las antiguas divisiones y crear un espacio único, se transforma todo el ambiente en un gran escaparate. Con la nueva distribución se aprovechan todos los metros disponibles reservando la zona más interna para el baño, las escaleras y los vestidores.
El local, condicionado por la configuración de la finca, cuenta con dos plantas: la baja de exposición y la alta para almacén, con una superficie total de 82 m2.
La finalidad era que con la mínima intervención y con la utilización de sólo tres materiales, el lugar tomase el carácter necesario para formar parte de la imagen global que tiene todas las tiendas Frederic Homs.
Esta imagen se trabajó conjuntamente con el equipo de grafistas publicitarios, quienes marcaron la base para desarrollar el sistema, que se compone de tres elementos básicos: la valla publicitaria, una piel de hormigón técnico y los contenedores del producto expuesto.
La valla publicitaria es un elemento muy marcado en cada una de las tiendas Frederic Homs, donde la identidad de la marca consigue un potente efecto visual. Las imágenes de la campaña publicitaria se colocan estratégicamente por todo el espacio, cubriendo las puertas de los probadores, en el altillo, e incluso en el techo, convirtiéndose en la iluminación de la tienda.
En la creación de este espacio se emplearon placas de hormigón prefabricado de 100×100 cm que se asentaron en el pavimento existente o se colocaron verticalmente, forrando las paredes. Estas placas, al doblarse, entran a formar parte de un mostrador, de un expositor y del resto del mobiliario del establecimiento. Se optó por este tipo de hormigón puesto que permite ser colocado en seco, atornillado con otras piezas y deja, en su parte inferior, una retícula de canales para poder pasar instalaciones.
Finalmente el mobiliario se completó con la construcción de cajones de metacrilato transparente con la intención de hacerlos desaparecer y así potenciar el producto que parece flotar dentro de la tienda.
El local es una piel de hormigón que prepara al cliente para el entorno, una valla publicitaria que absorbe hacia el interior y unos contenedores que aguantan la ropa expuesta flotando, en estado de suspensión.
Sin embargo, aplicar este esquema propio de la marca fue difícil dadas las dimensiones del local. Por ello se abrió un doble espacio en la entrada que se resigue con la valla publicitaria convirtiéndola en parte de la pared y el techo en el sentido longitudinal del local. De este modo el panel luminoso estira de fuera hacia dentro y de arriba hacia el fondo. El local pasa a ser un gran cartel publicitario abierto a la calle. En esta propuesta en concreto, la gráfica se escapa del panel luminoso deslizándose por una de las paredes laterales, lo que contribuye a enfatizar aún más si cabe su protagonismo. Al fondo, tras la pantalla se ubican los probadores y los accesos al almacén.

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El born es una parte de ciudad de calles estrechas, el único espacio que la densidad del casco antiguo deja libre para el movimiento de las personas. Una estructura de origen medieval allí donde tenían lugar los torneos entre caballeros que le dan nombre y donde más tarde se estableció, abriendo una gran plaza, un mercado cubierto. Pero la manera de vender en la calle es distinta, el tenderete, el mercadillo, el top manta, el puesto ahí en medio del ir y venir de la gente, una venta ambulante que se vale del suelo para exponer sus mercaderías. Estamos en la zona más activa, con callejuelas imprevisibles, estrechas y de difícil acceso para la luz del sol. Del antiguo mercado central se ha pasado a la proliferación de comercios encarados a la calle.
Todas estas pistas nos llevaron a la apertura de una especie de nueva calle, espacio para el movimiento de las personas, un atajo con mercadillo, el lugar para el comercio. El acto de la venta se realiza en esta tienda que es paso entre dos calles, un pasaje marcado por unas grandes letras luminosas. Éstas dan la identidad y una vez en posición en el interior establecen y ordenan el espacio del intercambio, del mercadeo.
Las actuación se quiso mínima. Se aumentan los huecos de las fachadas a las calles de Esparteria y del Bonaire, comunicándolas y dejando que incluso con la tienda cerrada se pueda relacionar las dos calles. La estructura de vigueta metálica y vuelta catalana del techo se dejó al descubierto, pintándola de negro al igual que los pilares de fundición que apean el espacio. El pavimento existente de hormigón simplemente se saneó, limpió de obstáculos, y se desarrolla sin solución de continuidad sobre uno de los muros laterales mediante un graffiti continuo de letras de grandes dimensiones. El otro lateral acoge los servicios y un pequeño almacén y como acabado se ha dejado a la vista la piedra del muro. De esta manera se diferencia entre los dos laterales y se acentúa la continuidad-graffiti del otro muro sobre el pavimento.
Será en este suelo donde la ropa a la venta estará expuesta sobre una suerte de alfombras de metal que forman parte de unas estructuras tubulares que se pueden distribuir con libertad. El orden para la colocación de estas estructuras lo darán unas grandes letras luminosas cuya sombra desubicada bien podría ser el graffiti que recorre suelo y pared. Cada una de ellas construida con una estructura tubular de acero recubierta lateralmente por chapa de acero inoxidable con las soldaduras vistas, dejando las dos caras principales de cada letra para ser completadas con una plancha de metacrilato sobre la que se aplica un vinilo troquelado que le dará el acabado final.
Una de las letras está montada sobre ruedas de alta resistencia para poder ser llevada hasta la fachada y asomar uno de sus lados a la calle. Como caídas de un cartel luminoso de grandes dimensiones, nunca visto, las letras son un reclamo al exterior a la vez que iluminación y ordenación del espacio interior.

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