Hoteles galácticos, nuevo destino de lujo


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GALACTIC SUITE
(Spain)

HOTELES GALÁCTICOS, NUEVO DESTINO DE LUJO

Viajar al espacio es una modalidad turística a precios de vértigo, pero también muy demandada.

[…] Algo más barato (tan sólo cuesta tres millones de euros) es la oferta, todavía intangible, de Galactic Suite Project. Esta empresa privada con sede en Barcelona se ha propuesto materializar un ambicioso y, aunque suene contradictorio, nada desorbitado plan: un hotel orbital. ¿Se imagina pasar tres días, con sus tres noches, girando alrededor del planeta Tierra? Vería salir y ponerse el sol nada más y nada menos que 15 veces por jornada, experiencia al alcance de muy pocos. Hasta el mismísimo Willy Fog se quedaría pasmado si Xavier Claramunt, cabeza visible del proyecto, le asegurara que su hotel dará la vuelta al mundo en tan sólo 80 minutos. […]

Siempre se ha dicho que la mayoría de los niños sueñan con ser astronautas. Quienes, una vez alcanzada la madurez, sigan albergando el gusanillo de la ingravidez en el cuerpo, están de enhorabuena. Durante los últimos años, la sociedad ha asistido entre indiferente y perpleja a una vertiginosa carrera por acercar el espacio al ciudadano. Este destino es la presa que se disputan diversas compañías que consideran que el filón del futuro se encuentra más allá de la atmósfera terrestre.
Entre otros productos, muchos de ellos todavía en proyecto, se ofrecen viajes a la Estación Espacial Internacional (EEI) y hoteles espaciales, como el que recientemente ha presentado el arquitecto catalán Xavier Claramunt. La meta, como en cualquier otro negocio, es ser rentable. El único inconveniente, que a su vez aporta un tentador matiz de exclusividad al asunto, es que el interesado, además del mencionado gusanillo, tiene que contar con una exorbitante fortuna en el banco.

El arquitecto Xavier Claramunt tiene un proyecto de hotel en órbita para el año 2012
El primer turista espacial de la historia, el californiano Dennis Tito, había pasado media vida soñando con cumplir su sueño de ser astronauta. Lo hizo realidad en 2001, previo pago de 20 millones de dólares (14,67 millones de euros). La Agencia Federal Espacial rusa llegó a un acuerdo con la compañía de turismo Space Adven-tures y, finalmente, tras superar las trabas que la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de EEUU) interpuso entre él y su deseo, Tito vivió diez días en la EEI. Siguieron sus pasos el sudafricano Mark Shuttlework, en 2002; el estadounidense Greg Olsen, en 2005; la iraní Anusheh Ansari, que se convirtió en septiembre de 2006 en la primer mujer turista en el espacio; y el húngaro Charles Si-monyi, uno de los fundadores de la empresa de informática Microsoft, en 2007. Todos ellos cumplían con la lista de requisitos impuesta por la NASA: entre otras cosas, el turista debe hablar y escribir inglés, estar en perfecto estado físico y psíquico (han de pasar incluso por un examen de conducta), someterse a un intenso entrenamiento y disponer de unos 20 millones de euros. Estos viajes turísticos aprovechan siempre una misión real, por lo que el precio que hay que pagar supone una importante inyección económica a dicha misión.

Un turismo de moda
Lo que está claro es que la conquista del espacio está en boga. Tanto, que Anatoli Perminov, director de la Agencia Federal Espacial rusa, anunciaba el año pasado que las plazas para turistas en el espacio estaban cubiertas hasta 2009 y que ya hay lista de espera. El millonario Richard Branson, dueño de la compañía aérea Virgin, no tardó mucho en darse cuenta y se dio prisa en lanzarse a por su porción del pastel. “Virgin es una de las más aventajadas en turismo espacial. Sus responsables tienen en mente construir aviones que, aprovechando el oxígeno atmosférico, alcancen cotas muy altas. Serían vuelos suborbitales, en los que el turista puede experimentar unos minutos de ingravidez, pero están en desarrollo”, explica Carlos de Torres, presidente de la Sociedad Astronómica de España y América. Hoy lo más común son los vuelos con aviones estratosféricos (mucho más asequibles: unos 15.000 euros), que alcanzan la altura suficiente para ver la Tierra como la ve un astronauta, pero que regresan a la misma en unos minutos. La alternativa española a compañías como Virgin o Space Adventu-res es Destinia.com, la primera del ámbito nacional que se ha lanzado a la carrera espacial. Lo ha hecho en colaboración con Space Adventures, y si accede a su página web puede contratar varios programas espaciales, entre los que se encuentra la estancia de una semana en la EEI.

Viajar al espacio es una modalidad turística a precios de vértigo, pero también muy demandada.
Algo más barato (tan sólo cuesta tres millones de euros) es la oferta, todavía intangible, de Galactic Suite Project. Esta empresa privada con sede en Barcelona se ha propuesto materializar un ambicioso y, aunque suene contradictorio, nada desorbitado plan: un hotel orbital. ¿Se imagina pasar tres días, con sus tres noches, girando alrededor del planeta Tierra? Vería salir y ponerse el sol nada más y nada menos que 15 veces por jornada, experiencia al alcance de muy pocos. Hasta el mismísimo Willy Fog se quedaría pasmado si Xavier Claramunt, cabeza visible del proyecto, le asegurara que su hotel dará la vuelta al mundo en tan sólo 80 minutos.

En busca de financiación
El mayor obstáculo para que el sueño de este arquitecto y su equipo se haga realidad en 2012, tal y como está previsto, es la búsqueda de inversores. Esta ardua tarea (según la empresa se necesitan 2.000 millones de euros) ya ha comenzado, y por el momento, el equipo de Claramunt adelanta que sus futuros socios podrían ser japoneses o árabes, con quienes se está negociando. A pesar de que aún no hay nada cerrado, usted ya puede hacer su reserva a través de Internet en el que sería el primer hotel espacial (www.galacticsuite.com). Si la cosa no sale, siempre podrá decir que estuvo dispuesto a gastarse tres millones en realizar un sueño.
Sin embargo, hoy los proyectos son sólo eso: proyectos. “En realidad, todavía no hay nada que tenga una verdadera consistencia. Lo que sí se vende son los viajes al espacio. Por el momento, es lo único viable”, asegura De Torres.

Doble y con vistas a la Tierra, por favor
Aunque Galactic Suite no es el único ni el primer proyecto hotelero y espacial existente, Cla-ramunt, el empresario que lo promueve, lo considera “la primera oferta que ha sido concebida de forma global ya que incluye desde el traslado del lugar donde resida el turista hasta la isla del Caribe, los entrenamientos necesarios para una estancia en órbita, el vuelo hasta el hotel y la estancia durante tres noches”. Sí, ha leído bien. El paquete que la empresa catalana tiene en mente contempla la necesidad de impartir una preparación específica durante 18 semanas en una isla caribeña (por su cercanía al Ecuador), en la que el cliente vivirá a todo lujo y, si así lo quiere, rodeado de sus seres queridos (estos gastos no van incluidos en el precio). Una vez concluido el aprendizaje, el astronauta novato viajará en un transbordador espacial con capacidad para dos tripulantes y cuatro turistas que se acoplará al hotel, siempre en órbita, a 450 kilómetros del planeta azul. Claramunt estima que en 2012, 40.000 personas en el mundo tendrán la solvencia económica necesaria para permitirse este capricho.
Pero éste no es el único proyecto hotelero espacial que existe. El Lunatic es un hotel que, por ahora, existe sólo en los planos del arquitecto holandés Hans Jurgen Rombaut. En este caso, se trata de un edificio construido en la Luna. Pero teniendo en cuenta las difíciles condiciones que presenta el satélite (como los elevados niveles de radiación debido a la ausencia de capa de ozono o las temperaturas extremas de 120°C de día y 160°C bajo cero de noche) parece complicado que se lleve a buen puerto. Rombaut es optimista y apuesta por el año 2050. Otros proyectos conocidos son un Hilton de 5.000 habitaciones en la Luna o el lujoso hotel cósmico Aeroscraft, que sería algo así como un hotel volador de lujo.