No se puede cambiar la ciudad, pero podemos distorsionar  su imagen, manipularla a partir de escoger las percepciones.
Se ha buscado un lugar intermedio entre la ciudad y el territorio: desde donde se pueda acceder directamente al interior de la ciudad, desde donde eliminemos la periferia, los entornos de aproximación. Un lugar, al principio artificial.
El torrente, bordea la ciudad y la empalma con las principales vías de comunicación. Podemos hacer pasar el acceso por este torrente e ir pinchando la ciudad directamente allá donde nos interese. Las perspectivas son, así, reducidas. Podemos imaginar, también, que al recorrer el torrente, este adquiera nuevas cualidades, aquellas que esperamos en rincones diferentes. Acceder a través de un parque. La carretera pasará a la falda y dejará de pisar el fondo. Esta será ocupada por la vegetación, los caminos, los servicios, etc.