Vocación callejera


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Magazine
Diseño Interior #225
HOTEL ARC DEL TEATRE

Spain

VOCACIÓN CALLEJERA

Claramunt agudiza el oído y escucha al lugar ¿Cómo? Respetando la arquitectura del antiguo teatro, ahora hotel, recuperando el hormigón y dinamizando los espacios públicos con color. La guinda es para un singular telón que tamiza la fachada
Reinventar, acercarse a la gente y proponer constantemente. Xavier Claramunt lo tiene claro y, al frente de su equipo, siempre busca sorprender con ideas diferentes. Si nos centramos en la tipología hotelera –en este artículo presentamos el último hotel que ha diseñado: Arc del Teatre, en Barcelona–, proyectos como Chic&Basic (DI 168), donde el huésped determina su propio alojamiento, o el de un hotel en el espacio (Galactic Suite) que, en teoría, debería estar orbitando en 2012, son, quizá, sus propuestas más destacadas. En esa línea renovadora también está Arc del Teatre, que él mismo tacha de “escandaloso y exhibicionista”. A primera vista, sin duda, parte de su vocación exhibicionista se la debe a la envoltura textil de la fachada, que convierte el edificio en un gigantesco lienzo que insinúa lo que hay detrás.
La historia dice que el edificio, situado en el galimatías de callejuelas de El Raval, era hace un tiempo “un teatro de sencilla grandilocuencia”. Cuando Claramunt se puso manos a la obra apenas quedaban en pie la fachada, en una situación bastante precaria, algún que otro muro interior y parte de la cubierta del vestíbulo. Claramunt se ha enfrentado al proyecto con la actitud con la que suele hacerlo: “escuchando al lugar”. Por eso decidió conservar “una fachada histórica a pesar de no estar protegida e insertar la construcción entre esta y la medianera de la edificación vecina”. Claramunt ha apostado por la integración con los edificios colindantes. La gran tela que cubre ambas fachadas, de Héctor Francesch, adquiere en este sentido todo el protagonismo. Con ella se persigue que, tanto desde dentro de las habitaciones como desde la calle, el aspecto del edificio varíe a lo largo del día a la vez que cambian las condiciones lumínicas del interior y el exterior. “La sobriedad de recursos que se quería aplicar a la construcción de este edificio se viste de variedad mediante la gran tela que cambiará según la temporada y que tamiza de manera diferente la luz natural del día respecto de la artificial de la noche”. Aunque la fachada se ha conservado como recuerdo del antiguo edificio “también es una herramienta para negociar con la normativa y conseguir el permiso para retrasar el edificio en planta baja, formar un porche y abrir un patio interior a la densa trama de calles de la zona. Este trabajar con la normativa permite ubicar habitaciones en planta baja que a su vez solucionan las condiciones de privacidad con peculiares sistemas de agrupación, entradas de luz de cierta radicalidad y el desdoblamiento de las plantas”.
Ubicado en un solar en forma de L con casi 50 metros de fachada a la calle Arc del Teatre, el edificio ocupa todo el patio interior de manzana. El programa se reparte del siguiente modo: dos sótanos, planta baja, baja con altillo y cuatro pisos que incluyen 92 habitaciones, un restaurante, piscina en la cubierta y un jardín en el patio interior. En la planta baja y el sótano -1 el hormigón se deja a la vista, aunque matizado por el uso del color. En la planta -1, donde están el salón, salas polivalentes, restaurante y la cocina (la -2 la ocupa el parking), las zonas públicas generan rincones y pequeños espacios diferenciados. ¿En qué se traduce esto? En una variedad de formas, colores y mobiliario “que tendría que ser una extensión del dinamismo callejero que queda fuera de la visión directa”. En la planta baja se encuentran el mostrador de recepción, diseñado por Claramunt, el acceso para los vehículos, habitaciones a ambos lados del área de acceso, y el patio interior de gravilla que hace de cubierta de la planta inferior. En las plantas 1ª, 2ª, 3ª y 4ª están las habitaciones y en la cubierta, además de la piscina, están el solarium y la zona de instalaciones técnicas. Es interesante cómo trata Claramunt el cuerpo de habitaciones. Lo hace “como si de una estantería se tratara”, agrupándolas alrededor del patio de luces, un recurso tomado de las edificaciones históricas del compacto casco antiguo que aporta “un ambiente dramático a los espacios comunes que se sitúan por debajo del nivel de la calle”. Frente al colorido y dinamismo de las zonas públicas, las habitaciones son sobrias para que, como en el Chic & Basic, se adapten a lo que el turista decida. Desde el interior se establece una relación visual directa con la calle a través de la ducha, que se coloca en la fachada, y el gran telón que ayudado por unos vinilos aporta intimidad.
El hotel, a pesar de ser un lugar de reposo para el turista, quiere mantenerse ultraurbano, dinamizando el interior en las partes públicas y estableciendo vistas desde las habitaciones hacia la calle. Un establecimiento callejero, colorista, chic y con un punto estridente. Probablemente, Marsé no hubiera imaginado mejor escenario para algunas de sus novelas.